Sabroso y saludable

Sabroso y saludable

 

Cuidar y alimentar a la familia son cosas inseparables. Si quieres que toda la familia se una para adoptar una mejor nutrición, ahora es un buen momento para empezar.

Tomar decisiones correctas en materia de alimentación puede situar a tu familia en el buen camino para lograr una buena salud.

Además de ayudarte a estar sana, una dieta nutritiva puede favorecer el crecimiento, fortalecer los sistemas inmunológicos y aumentar los niveles de energía. Una buena dieta puede incluso levantarte el ánimo y mejorar el rendimiento escolar y laboral.
Haz que la nutrición se convierta en un asunto de familia: decidiros a realizar cambios saludables juntos. Con estos consejos, todos los miembros de la familia emprenderán el rumbo hacia una nutrición correcta.

1. Empieza ya con los alimentos para la primera infancia

Para contribuir a establecer una vida llena de bienestar, empieza con unos buenos hábitos alimenticios durante el embarazo  y sigue practicándolos a la hora de tomar decisiones nutritivas para tu bebé. La leche materna es el alimento ideal para los lactantes. Expertos de organismos como la Organización Mundial de la Salud recomiendan la lactancia como alimento único para bebés hasta los seis meses y continuar con la lactancia hasta que sea posible después de introducir otros alimentos.

Aproximadamente a los 6 meses de edad, los bebés suelen estar listos para probar alimentos sólidos. Tu pediatra puede ayudarte a determinar cuándo es el mejor momento para hacerlo. Proporcionarles cereales infantiles con hierro añadido es una excelente forma de satisfacer las necesidades de hierro de tu bebé. Añade las frutas y las verduras de una en una, dejando pasar varios días para cada alimento nuevo.

Comprueba que los alimentos tienen el tamaño y la textura idóneos para el desarrollo de tu bebé, empezando con comida triturada e intentando a tu manera darle trozos pequeños y blandos según vaya aprendiendo a masticar. Además, al ofrecer a tu bebé una amplia variedad de alimentos nutritivos y adecuados a su edad, contribuirás a que perciba distintos gustos y sabores.

2. Deja que los niños ayuden en la cocina

Si tienes hijos, ya sabrás que están siempre observándote. Así que asegúrate de que te vean comiendo más fruta, verdura y cereales integrales y menos comidas dulces, grasas o saladas. Explícales por qué la leche o el agua son una mejor opción que las bebidas azucaradas.

Comed juntos. El tiempo compartido de las comidas es una gran oportunidad para conectaros como familia y para que tus hijos exploren de forma divertida y positiva lo que significa comer de forma saludable.

Invita a los niños a ayudarte a comprar en la frutería, a planificar las comidas y a cocinar. Así adquirirán conocimientos importantes para toda la vida. Según un estudio, los niños que ayudan a preparar las comidas toman más verduras que los que no participan.

¿No consigues que los niños prueben nuevos alimentos? No te rindas. Según varias investigaciones, los niños pequeños pueden tener que probar una nueva verdura hasta diez veces antes de que llegue a gustarles.

3. Reúne provisiones para los adolescentes

Una buena nutrición es básica en los años de la adolescencia, pero también puede ser todo un reto. Los adolescentes están desarrollando sus propias preferencias. Están creciendo y  cambiando.

Haz que les sea fácil obtener comida saludable. Reúne provisiones de comidas simples y atractivas: desde frutas y verduras ya cortadas hasta batidos, fajitas integrales, sopas y sándwiches. Si quieres una bebida saciante y a prueba de adolescentes, que les proporcione una inyección de proteínas, opta por la leche con cacao, que les proporciona nueve nutrientes esenciales, incluidos la vitamina D, el calcio y el potasio.

Al tiempo que crecen sus necesidades nutricionales, los adolescentes se enfrentan también a retos emocionales, lo que puede provocar que coman demasiado, que se salten comidas o que hagan dieta. Vigila cualquier patrón de alimentación no saludable y presta atención a su preocupación por la imagen corporal. Sigue ofreciéndoles unas comidas relajadas y positivas en familia.

4. Crecer a lo alto y no a lo ancho

Cuando entramos en la madurez, nuestro metabolismo se ralentiza. Necesitamos menos calorías, pero nos resulta difícil abandonar los viejos hábitos. En ese momento, puede ayudarnos comer de forma consciente.

Pon la mesa, apaga tus dispositivos electrónicos y saborea cada bocado. Tendrás una mayor sensación de saciedad después de las comidas y menos tentaciones de picar. Modera la ingesta de alcohol y no te olvides de tu botella de agua.

Y si el tamaño de tus raciones ha crecido misteriosamente con los años, ahora también es el momento de encontrar algunas sugerencias para raciones (pdf, 630 Kb).

5. Al hacerte mayor, elige mejor qué comer

Ya sea porque cambian los gustos, por problemas dentales o por una medicación o enfermedad, es frecuente que la gente pierda el apetito al hacerse mayor.

A pesar de que se reducen las necesidades de energía, una buena nutrición sigue siendo esencial para la gente mayor. Y nunca es tarde para poner en práctica cambios positivos.

Si tú o un miembro mayor de tu familia no podéis comprar a menudo productos frescos, encargadlos por internet. O comprad frutas y verduras congeladas o enlatadas, ya que pueden ser tan saludables como los productos frescos. Leed las etiquetas para evitar que contengan demasiado azúcar o sodio y recordad beber mucha agua.

Si la pérdida de peso se convierte en un problema, valorad ingerir un suplemento líquido o una bebida sustitutiva de una comida. Los suplementos actuales son una forma sabrosa de cubrir carencias de nutrientes, calorías y proteínas. Así que pulsad el botón de reseteo y adelante. Decidíos a sustituir los antiguos hábitos de comida por otros más saludables. Y hacedlo juntos.